Hosting compartido
Es un tipo de hosting en el que, por decirlo llanamente, nuestro sitio web comparte piso con otros sitios web. Bueno, no piso, sino servidor. Y ojo cuidao, que se comparte espacio físico y el software con el que se opera. Ello redunda en un menor coste para nosotros —que es la razón principal para compartir lo que sea.
Hosting en servidores privados virtuales, o VPS
Si antes hablábamos de compartir piso, el símil para el hospedaje en servidores privados virtuales (en inglés, VPS) es una emancipación con más autonomía: en los VPS se comparte un servidor físico, peeeero con la ventaja de que no habrá otros contenidos que los nuestros en el compartimento virtual que ocupemos nosotros. Es decir: alquilamos un apartamento —pequeño, sí, pero muy cuco— en un bloque de pisos. En lugar de compis de piso, lo que tenemos ahora son vecinos. El resultado: nuestro propio sistema operativo —el equivalente de tener el sofá del salón solo para ti—, almacenaje exclusivo, una CPU que es la caña, memoria RAM a granel y ancho de sin límites.
En resumidas cuentas: con un VPS tenemos, casi, casi, un servidor exclusivo para nosotros.
Hosting dedicado
Con el hosting dedicado podemos finiquitar el símil del inquilino, que ya va siendo hora. ¿Cuál es ahora la historia? Hemos progresado en la vida: lo suficiente para pagar el alquiler de nuestro propio servidor. Es como si hubiésemos alquilado un ático en Beverly Hills para nuestro sitio web, que ahora va como un tiro. Si nuestras páginas consumen lo que no está escrito en materia de recursos, o si la seguridad es una necesidad imperiosa, el hosting dedicado es la respuesta.